Doctrina

(i) Identidad

Somos una comunidad evangélica comprometida con la proclamación del evangelio completo de Jesucristo, centrado en la obra transformadora del Espíritu Santo. Nuestra fe se fundamenta en la verdad trinitaria — la gloria del Padre, la gracia redentora del Hijo y la acción restauradora del Espíritu — verdades que dan forma a nuestra comprensión de la salvación, el discipulado y el ministerio en la iglesia contemporánea.

El pentecostalismo se caracteriza por su énfasis pneumatológico: la creencia de que el Espíritu Santo actúa con poder en la iglesia presente, capacitando a los creyentes para el testimonio, la sanidad, la liberación y la proclamación del reino de Dios. Esta no es una doctrina abstracta, sino una experiencia viva que permea cada aspecto de nuestra fe y ministerio.


(ii) Pilares

El pensamiento pentecostal se construye sobre cuatro verdades inseparables: Jesucristo salva — ofreciendo justificación y nueva vida a través de su muerte y resurrección; Jesucristo sana — manifestando su poder sobre la enfermedad y el sufrimiento; Jesucristo bautiza — dotando al creyente con la plenitud del Espíritu Santo para testimonio y servicio; y Jesucristo reina — prometiendo su retorno glorioso cuando consumará su reino eterno.

Cada uno de estos pilares no es una verdad teórica sino una experiencia que los creyentes viven en comunidad, donde la intervención del Espíritu Santo produce signos, milagros, sanidades y transformación personal que evidencian el poder redentor del evangelio.


(iii) Espíritu

Para el pensamiento pentecostal, el Espíritu Santo no es una doctrina histórica o un símbolo, sino una presencia activa y contemporánea. Creemos que los creyentes, después de la conversión, experimentan el bautismo en el Espíritu Santo como una dotación de poder — con frecuencia acompañado por el don de hablar en lenguas y otros carismas — que permite a la iglesia continuar la misión redentora de Cristo.

Este énfasis en el Espíritu no minimiza la autoridad de las Escrituras ni la doctrina sana, sino que la potencia. El Espíritu obra a través de la Palabra de Dios para producir una iglesia vibrante, carismática y obediente que refleja la vida del Cristo resucitado en palabra y obra.


(iv) Acción

El pentecostalismo entiende el evangelio como una proclamación total de la gracia de Dios. No solo anunciamos perdón de pecados; proclamamos también sanidad física, liberación espiritual y la restauración integral de la vida del creyente bajo el señorío de Jesucristo. Esta es la razón por la cual el ministerio pentecostal incluye regularmente intercesión, oración por sanidad, expulsión de demonios y equipamiento de los creyentes con dones espirituales.

Así, el movimiento pentecostal mantiene una tensión creativa entre la sana doctrina — la fidelidad a las Escrituras y a la verdad apostólica — y la experiencia del Espíritu. Ambas son indispensables: una iglesia sin doctrina se pierde en el sentimentalismo; una iglesia sin la experiencia viva del Espíritu cae en el formalismo. Somos llamados a ser iglesia que cree, estudia, proclama y experimenta el poder transformador de Jesucristo por la acción del Espíritu Santo.