Pentecostalismo: ¿Cual es su origen? ¿Sigue vigente?

El Pentecostalismo no es una mera corriente del cristianismo moderno, sino una restauración del poder sobrenatural que caracterizó a la Iglesia primitiva.

Su origen y continuidad no dependen de circunstancias históricas, sino de la fidelidad de Dios a sus promesas y a la autoridad eterna de su Palabra.

Los orígenes históricos y el cumplimiento profético

El movimiento pentecostal contemporáneo suele ubicarse en el Avivamiento de la Calle Azusa en Los Ángeles (1906), donde, bajo el liderazgo del predicador afroamericano William J. Seymour, una pequeña congregación experimentó un poderoso derramamiento del Espíritu que se expandió al mundo entero.

Pero para el creyente pentecostal, Azusa fue solo una manifestación moderna de una obra continua. Su raíz verdadera está en el día de Pentecostés en Hechos 2, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los ciento veinte, cumpliendo la promesa del profeta Joel: “Derramaré mi Espíritu sobre toda carne” (Hch. 2:17).

Fundamentos bíblicos sólidos

  • Primero, la promesa de Cristo. Antes de ascender, Jesús aseguró: “Seréis bautizados con el Espíritu Santo” (Hch. 1:5) y declaró que quienes creen en Él harían “obras mayores” (Jn. 14:12), señalando la manifestación de dones espirituales.
  • Segundo, la naturaleza de los dones. Pablo describe en 1 Corintios 12:8-10 capacidades como sabiduría, sanidades, profecía y lenguas, recordando que “a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (v. 7). No son habilidades humanas, sino recursos para edificar la Iglesia.
  • Tercero, la continuidad. No solo los apóstoles operaron en estos dones: Esteban hizo “grandes señales” (Hch. 6:8), Felipe sanó enfermos (Hch. 8:6-7) y sus hijas profetizaron (Hch. 21:9). Creyentes comunes recibieron poder extraordinario.

El continuismo bíblico: Argumentos teológicos irrefutables

  • La ausencia de referencias cesacionistas. La Biblia nunca enseña que los dones terminarán antes del regreso de Cristo. Aun 1 Corintios 13:8-10 afirma que cesarán “cuando venga lo perfecto”, y el mismo pasaje aclara que lo perfecto es la venida del Señor (v. 12), no el cierre del canon.
  • No apagar al Espíritu. Pablo exhorta: “No apaguéis al Espíritu; no menospreciéis las profecías” (1 Ts. 5:19-20). Nada indica que esta advertencia tuviera fecha de vencimiento, por lo que la postura que niega las manifestaciones sobrenaturales contradice la instrucción apostólica.
  • La universalidad de la promesa. Jesús declaró: “Estas señales seguirán a los que creen…” (Mr. 16:17-18). El texto presenta continuidad para todos los creyentes, no solo para una generación.
  • La necesidad de edificación. Pablo afirma: “Procurad abundar en dones para edificación de la iglesia” (1 Co. 14:12). Mientras la Iglesia exista, seguirá necesitando la obra sobrenatural del Espíritu; por tanto, los dones permanecen vigentes.

Conclusión

El Pentecostalismo, entendido como restauración del poder sobrenatural, plantea un reto: ¿será la iglesia fiel a la promesa que la fundación de la era apostólica trajo consigo? La respuesta requiere seriedad teológica y sensibilidad pastoral.

No se trata de perseguir experiencias por sí mismas, sino de cultivar la obediencia a Cristo, la sumisión a la Escritura y la dependencia del Espíritu. Si la iglesia acepta esa tarea, hallará en el Espíritu la fuerza para la misión, la edificación y la transformación social.